H. María Lucila de Jesús Vargas
Nació el 20-11-1917. Falleció el 12-7-2012
42 Vida Religiosa 1970-2012
“LA VIDA DE NUESTRA HERMANA LUCILA ESTA EN MANOS DE DIOS…
ESTA EN SU PAZ. AGRADO A DIOS Y LA AMO. HOY SE LA LLEVO” (Sab.3,1-3,10)
“Ser María para Jesús en todas partes y siempre, en cuanto nos lo permiten nuestras miserias y flaquezas…”
Esta fue la vida de Lucila, entregada siempre como María al SERVICIO de Dio y de los hermanos y hermanas.
Antes de su entrada a la Congregación de MARIA REPARADORA fue un baluarte para su familia y para Rionegro y lo siguió siendo.
Cuidó a su mamá, largos años postrada en cama, hasta entregarla en manos de Dios Nuestro Padre.
Fue entonces cuando tomó la decisión de consagrarse a Dios para siempre.
Amó tiernamente a sus hermanos y sobrinos y ellos le pagaron con la misma moneda: el amor por su tía. Esta familia tan especial la la quiso y acompañó siempre y de manera constante, en momentos especiales y durante los últimos días que su situación empeoró.
Desde su encuentro personal con el Señor en la oración buscando siempre hacer su voluntad, la vida de Lucila fue una entrega “sin cálculo ni reserva” al AMOR: A Jesús y a sus hermanas y hermanos. Era admirable en el ella su sentido de gratitud a todo, a todas, en cada momento y detalle, su frase preferida era: “Mi Dios les pague por todo”. Su manera de ser sencilla, descomplicada. Su ternura por la congregación, que no olvidaba en cada oración comunitaria de laudes y vísperas. Una característica especial de Lucila fue el testimonio de una vida FELIZ, PLENA EN DIOS, nos transmitía a todas esta total dependencia en él. Esto para las jóvenes siempre fue algo que las hacía conectar profundamente con ella.
“Ven, háblame de Jesús, háblame de María, háblame de mi gente, de mis hermanas” nos decía.
Como cada día se iba cerrando la luz de sus ojos, no así la luz de su espíritu, de su clara inteligencia, de su amor, porque “REPARAR ES AMAR”, de su alegría, optimismo, ilusión “conversando” como solía decir, escuchando con interés el periódico y sobre todo la Palabra de Dios que iluminó su vida.
Hoy llegó para Lucila el grandioso día de su encuentro definitivo con DIOS-AMOR que dio plenitud a su ser, y de Quien ya escuchó ese “Ven bendita de mi Padre, hereda el Reino, porque tuve hambre y me diste de comer, estuve triste y me consolaste, enfermo y me cuidaste, en la cárcel y fuiste a verme”.
Unidas con Lucila vamos a entonar el cántico de la Virgen, el canto de los pobres, porque María nos dio a JESUS para nuestra salvación.
Y… el canto de alabanza y acción de gracias de nuestra Congregación, de nuestra comunidad y de cada una de las Hermanas de nuestra Región por nuestra querida Lucila y por el tiempo que tuvimos la dicha de vivir con ella.-